¿Y si al final empatasen?
Ayer comenzaron las obras del pódium frente a la Casa Blanca para el día de la Inauguración en enerohttp://www.abc.es/20081104/internacional-estados-unidos/final-empatasen-20081104.htmlP. RODRÍGUEZ. CORRESPONSAL WASHINGTON
Martes, 04-11-08
Para entender el sistema electoral de Estados Unidos hay que recordar que los ocupantes de la Casa Blanca no son producto ni de elecciones directas ni de una mayoría de voto popular. Realmente, se trata de medio centenar de comicios para elegir a los miembros del llamado Colegio Electoral. Una institución con 538 electores repartidos entre los cincuenta Estados de la Unión y el Distrito de Columbia con una fórmula ponderada que ofrece una cierta ventaja a las jurisdicciones con menos población.
En la actualidad, todos los Estados (con excepción de Maine y Nebraska que utilizan criterios proporcionales) asignan sus electores en bloque al ganador aunque sea por un solo voto. La cifra que abre las puertas de la Casa Blanca es una mayoría de 270 votos en el Colegio Electoral. El sistema, tal y como quedó demostrado en las elecciones del 2000, permite no solo convertirse en presidente sin una mayoría del voto popular sino también la posibilidad inaudita de empatar.
Numéricamente es posible que cada candidato obtenga 269 votos en el Colegio Electoral. Dentro de la decena de Estados especialmente disputados este año, la cifra de 269 sale en media docena de combinaciones posibles. Por ejemplo, si McCain gana en Ohio, Virginia, New Hampshire y Indiana con Obama victorioso en Pensilvania, Michigan, Colorado, Nuevo México y Nevada.
Se supone que el nuevo Congreso de mayoría demócrata que salga elegido hoy martes, donde se renueva toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, tendría a partir del mes de enero la responsabilidad de solventar ese empate votando por Estados. La Cámara Baja sería la encargada de elegir al presidente y la Cámara Alta nombraría al vicepresidente. Si en el peor de los casos no se lograse un acuerdo para las doce del mediodía del 20 de enero, la «Speaker» Nancy Pelosi, se convertiría en presidenta en funciones de Estados Unidos, hasta que todo el embrollo se pudiera aclarar.
Aunque tampoco está totalmente claro si correspondería al Congreso saliente dirimir ese empate. Con un problema de interpretación que radica en la redacción de la Enmienda XII de la Constitución de Estados Unidos que utiliza la palabra «inmediatamente» para explicar las obligaciones de la Cámara Baja. Parte de todo ese escenario apocalíptico sería un más que posible aluvión de querellas. Según ha explicado Judith Best, profesora de la Universidad Estatal de Nueva York, si se materializa un empate en el Colegio Electoral «tendríamos cincuenta Floridas y podríamos no saber quién es el presidente durante un par de años».
Un retiro doradoLos jubilados norteamericanos sueñan con afincarse en Sarasota, un paraíso diseñado a su medida en el que los restaurantes tratan de forma exclusiva a las mascotas
http://actualidad.ideal.es/elecciones-usa/estampas/retiro-dorado.htmlOSKAR L. BELATEGUI Enviado especial a Sarasota (Florida) 2 de noviembre de 2008
Sarasota es tierra de "seniors", el eufemismo con el que en Estados Unidos se llama a la tercera edad. Gracias a su clima benigno, la península de Florida aparece como el asilo del país, el hogar de aquellas "chicas de oro" televisivas entregadas al dulce "far niente". «Si preguntáis a cualquier extranjero, os explicará que la diferencia más dramática entre Estados Unidos y su país es que aquí la gente no tiene familia», reflexiona James Nolan, nuestro amigo escritor de Nueva Orleans. «Los norteamericanos ignoran a sus hijos y se quitan de encima a los mayores. El personal que atiende los centros de día y las residencias para la tercera edad es mayoritariamente inmigrante y femenino. ¿Dónde estarían Florida y California si no contaran con estas mujeres sin papeles que cuidan a los ancianos de otros?».
Janice y Sheldon Doyle matan la mañana en la terraza del Olearys, un bar en el puerto deportivo de Sarasota. Aplauden a un clon de Willie Nelson armado con una guitarra y piden otro cóctel. «Vendimos nuestra casa de Rhode Island y nos vinimos aquí. Aquello era muy bonito en verano, pero en invierno... Florida te garantiza buen tiempo todo el año». Los Doyle estuvieron un verano de vacaciones en Mallorca y vinieron encantados. No es de extrañar que les guste este edén turístico donde el dinero asegura vacaciones perpetuas.
Viven en Willow Creek, una urbanización de casitas diseñadas para mayores. Los baños están adaptados y hay actividades de ocio a diario. Cuentan con transporte para ir de compras, un club social con librería e Internet, salón de belleza, lavandería y área de picnic. La vida es amable en Sarasota. Te puedes vacunar contra la gripe en un supermercado y los restaurantes disponen de pequeños recipientes de agua con hielo a la entrada. Son los "doggie bowls", para que sacien su sed las mascotas.
Distribuir la riqueza
El paraíso de una masa jubilada proclive, en principio, a McCain. «Obama dice que quiere distribuir vuestra riqueza. ¡Os daré un consejo: vigilad las carteras!», arengó el candidato republicano en Florida. Los Doyle se resisten a desvelar la pensión que cobran: lejos de nuestra picaresca, ningún americano está orgulloso de recibir subvenciones del Estado. Algunos años han votado demócrata y otros republicano. Empatizan con McCain por edad y patriotismo. «Es un hombre decente y trabajador. Y un héroe de guerra que arriesgó su vida por nuestro país. Será un gran presidente».
A Curt Sarff le relaja pasear su perro y escuchar el tintineo de las jarcias en los pantalanes. Calza unos "crocs", los zuecos de goma que causan furor en una zona poco preocupada por las apariencias. «McCain ha prometido acabar con la codicia y la corrupción de Wall Street, las causas de la crisis que padecemos. Él nos salvará del socialismo que propugnan los demócratas». Los carteles que tachan a Obama de socialista le insultan. «Es un sistema político que está bien para ustedes, en Europa, pero que atenta contra el modo de vida en Estados Unidos».
La ciudad de las sirenas
Camino de Weeki Wachee, la ciudad de las sirenas, el modo de vida del que habla Curt se traduce en la sucesión de centros comerciales que jalonan la carretera. Hay farmacias gigantescas abiertas las 24 horas, centros de cremación de mascotas, tiendas mastodónticas de alquiler de herramientas y mares de coches de ocasión señalados con banderas. Por 3.000 dólares (2.300 euros) se puede comprar una camioneta o "pick up" que sería la sensación de nuestro barrio. Los nombres de las cadenas hoteleras terminan en "Inn". Carteles de candidatos a sheriff compiten con clínicas donde practican la vasectomía «sin agujas ni escalpelos». En un aparcamiento han plantado atracciones hinchables para los más pequeños, un tipo de actos que siempre están patrocinados por algún banco o empresa local, nunca por el Ayuntamiento.
Weeki Wachee surge como uno de esos enclaves kitsch que sólo existen en Estados Unidos. La "única ciudad de sirenas reales" se beneficia de un manantial artesiano que alimenta un teatro submarino. Elvis Presley aplaudió a las nadadoras que, disfrazadas con cola de pez, toman bocanadas de aire de unos tubitos sumergidos. «Realmente bonito», concede Jean Lancaster, jubilada de excursión. Su hijo en Nueva York acaba de quedarse en paro y ella le echa una mano con la hipoteca. «Votaré a Obama porque las cosas no pueden ir peor. Escucho a gente de mi edad hablar de McCain como un patriota y me quedo perpleja. ¿No se dan cuenta de que vivimos la peor crisis desde el crack de 1929?».
Roth apoya a Obama, Eastwood a McCainhttp://www.elmundo.es/elmundo/blogs/cronicasdesdeeeuu/index.htmlJULIO VALDEÓN BLANCO
4 de noviembre de 2008.- Suenan los tambores del voto. América decide presidente y el mundo contiene la respiración (parafraseando el dopado titular de un periódico español tras el 11-S). ¿Qué dicen sus escritores? David Mamet pasmó a más de uno al explicar en el Village que con las nieves del tiempo venía sintiéndose menos y menos socialdemócrata. Algo parecido sostiene mi abuela, determinista convencida, respecto a las veleidades izquierdosas de todos los zapatistas que en el mundo fueron. Incluso, afirma, en el trance de encontrar al Hacedor los más conspicuos socialistas utópicos y entrañables anarcosindicalistas arrimarán su moribundo hocico a las casullas, como hay Dios.
Philip Roth, cuestionado hace meses por Obama, decía sentirse interesado "por el hecho de que es negro. Creo que la cuestión racial en este país es más importante que la feminista. Creo que (de ser presidente) la importancia para los negros sería tremenda. Es un hombre atractivo, inteligente y, además, muy elocuente (...). Podría cambiar la sociedad, decir algo distinto sobre este país, y sería maravilloso". Y sí, pensaba votarle.
Para Tony Morrison la raza carecía de importancia. No apoyaría a Obama si lo que ofrece "no me hiciera sentir orgullosa". La mujer que consideraba a Bill Clinton "primer presidente negro de la historia", concluía que junto a su "inteligencia, integridad y rara autenticidad", tiene "imaginación creativa" y "coraje". "Hubo algunos presidentes en el pasado, pero tú eres el hombre para este tiempo", remataba, antes de desearle, y desearnos, "buena suerte". Michael Chabon, Paul Auster, Dave Eggers, Jonathan Safran Foer o Stephen King también han hecho pública su preferencia por Obama.
Más difícil resulta encontrar escritores que acudan al capitel republicano (de hecho, ay, busco y no hallo ninguno... ¿Mamet?). Claro que desde otros frentes sí recibe ovaciones. Robert Duvall, Steve Forbes, Clint Eastwood, Donald Trump, Bruce Willis, James Woods y Henry Kissinger figuran entre sus admiradores (y varias ex-actrices porno, e incluso, uh, Lorenzo Lamas) mientras Steven Spielberg, Ron Reagan, Bruce Springsteen, Opra Winfrey, Colin Powell, Martin Scorsese, Woody Allen, Bob Dylan y, literalmente, decenas y decenas de premios Nobel, votarán al demócrata.
Lo cual que en Estados Unidos el compromiso público goza de buena salud, en la constatación de que sus más favorecidos ciudadanos todavía creen en la bondad de la acción política. Para un español en Manhattan, amamantado en nuestro tradicional cinismo, que nadie impugne a un escriba, ex-general, cómico de la lengua, felatriz laureada, renombrado astrofísico o célebre buzo en activo, por dar la cara, qué quieren, emociona.
Estar a la altura
JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA 03/11/2008
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Estar/altura/elpepiint/20081103elpepiint_4/TesMás allá de quien gane mañana, 4 de noviembre, habrá que celebrar la grandeza de la democracia estadounidense, capaz de dar a elegir a sus ciudadanos entre dos candidatos que, gustos aparte, se representan a sí mismos y a sus ideas, no a los aparatos de los partidos que los han llevado al poder. En el caso de Obama, su inesperada victoria en las primarias, las decenas de millones de dólares en pequeñas donaciones individuales recibidas por su campaña y los miles de voluntarios que hay detrás de su candidatura, dan una idea muy precisa de hasta qué punto el proceso electoral descansa sobre una sociedad vibrante y abierta.
Una vez más, el dinamismo del sistema político estadounidense contrasta con el anquilosamiento dominante en el Viejo Continente, donde hasta en democracias tan jóvenes como la nuestra los partidos políticos han logrado, en un brevísimo lapso de tiempo, sofocar todo atisbo de debate interno y convertirse en un cuerpo extraño, imposible y a la vez imprescindible. Realmente, a decir de su apolillamiento, pareciera que es en Europa donde la democracia lleva más de doscientos años de funcionamiento ininterrumpido.
Si, además, los estadounidenses eligen a Obama, revitalizarán de manera tan rotunda la idea misma de democracia, desgraciadamente tan desacreditada en tantas partes del mundo (en gran medida por la política exterior seguida por Estados Unidos), que no sólo restaurarán el prestigio perdido y dilapidado por Bush en estos ocho años de desgobierno moral y mental, sino que contribuirán muy decisivamente a impulsar su extensión en el mundo (y ello pese a que esa bonita palabra, democracia, no figure en ningún lugar de la Constitución americana).
Porque aunque sea técnicamente falso que la elección de Obama represente la toma del poder en el país más poderoso del mundo por parte de los descendientes de los esclavos (al fin y al cabo, Obama es hijo de una antropóloga blanca y un becario de Kenia, pero se crió con su madre, primero, y con sus abuelos maternos, después), tanto Obama como los afroamericanos estadounidenses y el resto del mundo han decidido que así sea, y eso es lo que cuenta. No está mal, desde luego, para un país al que normalmente consideramos muy racista, especialmente comparado con España, donde los inmigrantes son sencillamente invisibles en la vida pública. De confirmarse el fenómeno Obama, las repercusiones en política exterior serán importantísimas.
Aunque los agoreros nos dicen que no nos hagamos ilusiones, para lo cual argumentan que los europeos no entendemos Estados Unidos, un país supuestamente esclavo del 11 de septiembre, naturalmente aislacionista y sometido al libre mercado, Dios y las armas de fuego, hay motivo para tener esperanza. Yes, we can. Que a un tejano sin pasaporte le suceda en la Casa Blanca un mulato que ha asistido al colegio público en Indonesia y que ha callejeado por los arrabales de Nairobi para visitar a sus parientes lejanos no está nada mal. Como el propio Obama recuerda en su libro, The audacity of hope (La audacia de la esperanza), no es lo mismo ver a pie de obra, en los callejones de Yakarta, las consecuencias de una política exterior que apoya a generales corruptos y violadores de los derechos humanos, que hacerlo en los despachos de Washington o en los cócteles de las embajadas.
Es cierto que los europeos, conscientes de nuestra impotencia, tendemos a proyectar nuestros deseos y frustraciones sobre Estados Unidos, de tal manera que nuestra política exterior tiende a ser más un comentario de aprobación o condena de la política exterior de Washington que algo con personalidad propia real. Por eso, para variar, el día después de estas elecciones podría ser un buen momento para que los europeos, sabiendo quién ha triunfado, hagamos una lista de cosas que queremos y estamos dispuestos a hacer (de verdad, no sólo sobre el papel) y vayamos a Washington a cotejarla con la del candidato ganador. Por tanto, si gana Obama, yo me preocuparía más bien de si Europa estará a la altura de las circunstancias, que de si el nuevo presidente será quien queremos que sea. ¿Y si gana McCain? Mayor motivo de preocupación acerca de la capacidad de Europa de ser relevante en un momento en el que el mundo se está reconfigurando.